Eclesiastés 12:1-2 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento; antes que se oscurezca el sol, y la luz, y la luna y las estrellas, y vuelvan las nubes tras la lluvia;
Tengo la bendición de visitar muchos hogares de diferentes estratos sociales, desde muy ricos hasta muy pobres en donde viven ancianos y ancianas que ya no forman parte de la sociedad activa. He notado grandes diferencias entre los cristianos y los que no son. Los ancianos cristianos tienen una luz en sus miradas que reflejan paz y tranquilidad. Sonríen y se quejan menos. Son mas agradecidos y respetuosos, y aunque muchos ya tienen demencia senil lo que Dios puso en sus corazones se mantiene fresco y presente. El Espíritu Santo no se envejece, no se cansa, no se enoja, tiene paciencia y nos sigue enseñando e intercediendo por nosotros hasta que partamos de este mundo. Tengo una anciana de 99 años que sigue trabajando para Dios, orando en todo tiempo y agradeciendo a Dios por su vida a pesar que sufrió por su amor a Cristo muchas persecuciones.
En cambio los ancianos incrédulos se sienten solos a pesar que muchos reciben visita de los hijos y familiares. La peor soledad es el abandono interno porque la falta de Dios en el corazón provoca un desierto árido en donde La Paz no existe. Cuando estaban jóvenes llenaban esos vacíos con actividades y trabajo. En algunos casos El amor de sus parejas los mantenían completos, pero con el tiempo todo termina. La edad comienza a tomar peso, se deja de trabajar, la muerte comienza a llevarse a quienes nos rodean y es ahí en donde comienza un largo camino. La juventud es corta pero la vejez puede ser muy larga y solitaria.
Los ancianos creyentes y llenos del Espíritu Santo son como una fuente en donde puedes ir a beber agua. Me da alegría visitarlos y siempre me llevo una enseñanza nueva de ellos a pesar que muchos tienen demencia senil o están enfermos.
Aunque yo no hago ninguna diferencia entre los unos y los otros y los atiendo a todos por igual, con el mismo cariño y respeto, la mayoría de las veces me queda un sabor amargo y me siento triste cuando visito ancianos que nunca quisieron aceptar a Jesus en sus vidas. Viven muy solos y tristes porque están secos por dentro. Y Tu que me lees...¿Como te gustaría a ti terminar tu vida? Reflexiona y piensa, aún es tiempo para sembrar para tu vejez.
En cambio los ancianos incrédulos se sienten solos a pesar que muchos reciben visita de los hijos y familiares. La peor soledad es el abandono interno porque la falta de Dios en el corazón provoca un desierto árido en donde La Paz no existe. Cuando estaban jóvenes llenaban esos vacíos con actividades y trabajo. En algunos casos El amor de sus parejas los mantenían completos, pero con el tiempo todo termina. La edad comienza a tomar peso, se deja de trabajar, la muerte comienza a llevarse a quienes nos rodean y es ahí en donde comienza un largo camino. La juventud es corta pero la vejez puede ser muy larga y solitaria.
Los ancianos creyentes y llenos del Espíritu Santo son como una fuente en donde puedes ir a beber agua. Me da alegría visitarlos y siempre me llevo una enseñanza nueva de ellos a pesar que muchos tienen demencia senil o están enfermos.
Aunque yo no hago ninguna diferencia entre los unos y los otros y los atiendo a todos por igual, con el mismo cariño y respeto, la mayoría de las veces me queda un sabor amargo y me siento triste cuando visito ancianos que nunca quisieron aceptar a Jesus en sus vidas. Viven muy solos y tristes porque están secos por dentro. Y Tu que me lees...¿Como te gustaría a ti terminar tu vida? Reflexiona y piensa, aún es tiempo para sembrar para tu vejez.
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